Bebo de mi café, no me doy cuenta de que estaba ardiendo pero intento contenerme mientras este quema mi garganta a su paso, grito hacia mis adentros. Finalmente acabamos el café y salimos de nuevo a la calle a continuar nuestro paseo.
En un momento de ánimo y optimismo como pocos puedo llegar a tener me atrevo a acercarme a ella y a coger su mano mientras regresamos a casa. La acompaño hasta su puerta.
La miro a los ojos por un momento, ella se sonroja. Me inclino lentamente hacia ella desafiando una vez más a la suerte. Y en el momento en el que rozo sus labios percibo un sonido extraño, una sinfonía estr